domingo, 17 de febrero de 2008

¿SOMOS TENDENCIOSOS?

El canal 33 de la televisión pública catalana emite todos los sábados a medianoche un programa llamado Mil•lenium, preguntes amb resposta, donde a través del diálogo, y a veces del debate, se analiza los distintos parámetros por donde se mueve la sociedad actual. Verdaderamente, hay que decir que dentro de la masa de gentes, existen un sinfín de microcosmos a través de los cuales, empresas y marcas, generan sus ideas o productos para destinarlos al ciudadano, principalmente a través de medios de comunicación.

La tendenciosidad en este caso fue tratada des de la vertiente del marketing, el consumismo y la caza constante de ideas. Incluso las más sociales, las que puedan parecer revolucionarias o críticas contra el sistema, son analizadas por empresas como D-Mentes (diseño y publicidad), o por los también llamados Coolhunters (cazadores de ideas cool) para crear un mercado para las mismas.

En el debate se destacó la sobre-saturación de oferta de cualquier tipo, y la gran competencia, y el gran esfuerzo entre las marcas para mantenerse como números uno, innovando entre los más diversos cánones constantemente. La moda es donde la competencia es mucho más radical y cruel. En palabras de Pilar Urrea, profesora de la IDF en Barcelona: “Las marcas quieren conseguir militancia de marca”, es decir, no tan solo se trata de fidelizar a un cliente, sino de mantenerlo sujeto a esa marca, como forma de tener seguro un beneficio económico.

También fueron tratados aspectos como el alimentario "Somos lo que comemos", fue la conclusión. Otro de los temas analizados fue la aparente obra social de muchas firmas. Cuantas veces no encontramos en la etiqueta de un producto, que una parte de su importe irá destinada a una ONG, etc. Evidentemente, es práctico para el consumidor hacer una simbólica aportación a fin social, cuando en realidad está beneficiando a las ventas de una empresa en concreto, que evidentemente ha de cumplir lo establecido, pero en forma y proporción desconocida para el gran público.

Otro aspecto fue hablar de los llamados “freehunters”, grupos de personas de posición acomodada, que ante un mundo occidental que destruye cada día miles de toneladas de alimentos, debido a su caducidad de fecha, más que del producto, se dedica a ir recogiendo en las distintas grandes superficies la mayoría de estos alimentos y distribuirlos entre gentes con penuria económica. De esta loable idea social, las marcas también realizan su negocio al introducir en el sistema la idea y convertirla en una forma de venta más.

O incluso más: el pañuelo o “palestina” que muchos jóvenes, en apariencia, llevan por simpatía o adhesión con la causa del fallecido Yasir Arafat, en realidad se ha convertido en prenda de vestir, adecuada para nuestro templado invierno, complementando cualquier chaqueta de cuero o americana, gracias al haber manipulado el símbolo como una tendencia.

El “remate” del tema fue hacer mención que en un momento determinado, también surgirán gentes lancen un claro mensaje contra el consumismo, contra el despilfarro, contra la sobre-saturación, etc. que también serán analizados por este tipo de empresas, proporcionando a las marcas una base sobre la que comercializar, precisamente con el anti-consumismo.

Ante la visión expuesta, el panorama es descorazonador, puesto que todo puede ser vendido, manipulado, desorientado y llevado hacia una tendencia, la cual no era su origen real. Los ideales anti-sistema se transforman para convivir dentro del sistema, gracias a la publicidad, que si bien facilita a las marcas su promoción, también vende en muchas ocasiones una realidad inexistente, por lo que ¿hasta que punto somos tendenciosos o manipulables?