domingo, 2 de agosto de 2009

EL LUCKY-3 – HABITAT NATURAL (IV)


El mes de junio avanzaba con total normalidad. Parecía que no había cambiado de empleo. Con Vicky la relación era fluida y pronto se generó una gran confianza entre nosotras, especialmente en la forma de contemplar el negocio. Su forma de gestionarlo, demasiado supeditada a Toni le daba el margen suficiente para aplicar su estricta meticulosidad con respecto a la imagen del restaurante, su limpieza, su organización, etc., puntos de vista estos poco comprensibles para la plantilla, de cocineros y camareros, que, como en la mayoría de trabajos subalternos, poco conocedores del aspecto contable y económico del mismo, encontraban todo excesivo y criticable.

Mis tres horas diarias y el hecho de no comer con ellos daban poco margen a establecer un trato más cercano. Sin embargo, el fallecimiento de mi madre, y el hecho de encontrarme liberada de las obligaciones que su estancia en la residencia conllevaba, facilitó un cambio de horario, mucho más amplio, beneficioso económicamente y más cercano a mis compañeros.
En mi función de llevar las cuentas, bastante monótona, pero abrumadora apareció de pronto el universo del mundo de la hostelería. Gentes en su mayoría con muchas horas de vuelo, amargas experiencias, intensos devaneos con el alcohol y acostumbrados, a la vez cansados, de horarios de más de doce horas diarias.

Generalmente, los cocineros tienen la particularidad de ser tremendamente extrovertidos, rozando constantemente la excentricidad como consecuencia de su perpetúo trajín con los fogones y de lo que de los mismos se emana: el fuego, el calor, la tensión por la presión del servicio... Un tiempo de permanentemente consagración al infierno, lleno de intensa devoción por las llamas y sus resplandores. Horas en el infinito dedicadas a preparaciones, masas, bases para platos, etc., que los comensales devoran, obviando con el pago de la factura, la suciedad y los restos dejados en platos y cubiertos, que una y mil veces pasan a ser limpiados en beneficio de la pulcritud permanente, y del fuego constante.

Por su personalidad arrolladora, su carácter alegre y jocoso, y por supuesto su toque distinguidamente excéntrico, Rashid, el jefe de cocina, es casi el alma mater del Lucky 3.

No muy alto, moreno, de facciones orientales, no excesivamente angulosas. Su mirada intensa, a través de unos picarones ojos negros. De su figura, una barriga aun no demasiado prominente, destaca de la misma, dándole un toque de “confortabilidad” curioso y a la vez tierno.
Llegó procedente de Marruecos, con vías de irse a Estados Unidos para terminar su carrera de químicas. No obstante, la cocina era su perdición, su sublime obsesión y mientras esperaba papeleo, se puso a trabajar en más de un restaurante por la costa del Maresme, por lo que su carrera de químico se esfumó en la quimera de las cocinas. Con más de veinte años de residencia por nuestros lares y casado con una catalana hace más de ocho, su dominio del catalán y castellano es obvio.

- Tuve que aprender el catalán por cojones, pues todos lo hablaban y yo no les entendía, así que no tuve más remedio.

Amante incondicional de su trabajo, creativo e imaginativo, no deja de tener ciertos histrionismos propios de personas con gran capacidad para la creatividad, por supuesto, teniendo como base lo excéntrico.

- “Tengo fuego.... en la castaña... Francisco Alegre y olé” (1)

Solía ser hasta hace poco, canción habitual, al igual que el sexo, tema impertérrito de conversación, al que el resto de personal masculino de la plantilla se añadía, siendo el femenino obligado espectador, no exento de alguna intervención.

Su forma de andar delata a mis compañeros, cuando se dirigen a la cámara frigorífica, y poco a poco empecé a distinguirlos. Rashid arrastraba los pies, y en muchas ocasiones, sin “dejar de tener fuego en la castaña” recitaba una larga letanía de frases malsonantes propias de la dureza de su oficio, a pesar de haber sido universitario y de tener cierto nivel intelectual, poco cultivado.

Como musulmán escasamente practicante – no come nunca cerdo y tan sólo atiende escrupulosamente el Ramadan – también es radical en sus ideas con respecto al mundo.

- Por Alah, tendría que bajar una bola de fuego y no dejar nada. ¡Este mundo es una mierda!
Comentario que aplicaba a la situación económica, social, política, etc.,

- No es lo mismo ser un parado médico o abogado que un pringado sin estudios. Estos nunca encuentran nada.

Siendo el verano la temporada alta del restaurante, Toni precisaba de personal extra para los festivos. Uno de ellos era Luis, “el del Mercadona”, porqué de lunes a viernes prestaba sus servicios en el supermercado y con el fin de sacar un dinero extra – y de paso su mujer gozaba de la paz de no tenerlo en casa – algunos domingos bajaba al Lucky 3.

Luis, de carácter pacífico y tremendamente enamorado de su mujer, tanto que cada dos horas la llamaba por el móvil diciendo que la echaba de menos y que la quería, lo cual le valió el apelativo de calzonazos: “Pues si la echas de menos, ¿por qué vienes a trabajar, cojones? Quédate en casa y le podrás decir que la quieres todo el rato” , era el comentario de Rashid a tan expresivas e incomprensibles para él muestras de amor, era “victima” del corrosivo sentido del humor del jefe de cocina.

Una vez, Luis cometió el desliz de decir que en cuanto acabara la temporada en el Lucky 3, se iba de vacaciones a S'Agaró, en la Costa Brava. Tal información la aprovechó Rashid al máximo para descargar todo su sarcasmo e ironía:

- Si tu vas a S'Agaró con tu mujer, yo voy con vosotros. Me traigo mi equipo portatil de cocina, me hacéis un rincón en vuestra habitación, y os hago una fideua o solomillo al Roquefort. Me meto con vosotros en la piscina, y cuando tu no estés, no te preocupes que consuelo a tu mujer. No va a estar sola.

Luis se lo creyó y evidentemente se molestó.

- Mira que eres cabrón. Ni se te ocurra.
- ¿No quieres que os cocine un bogavante a la plancha, mientras estáis al sol? Yo con mi equipo de cocina individual, no os dejo ni a sol ni a sombra. Eso si, me baño en la piscina con vosotros para no descuidar a tu mujer, jajajajaja

Y como un moscardón fiel a su zumbido, Rashid no cejaba de incordiar al pobre Luís, al que incluso le pidió que en S'Agaró, le hiciera un sitio en su cama, entre él y su mujer.

Las risas y carcajadas fluian con asiduidad a la hora de la comida con este tema, con la total disconformidad de Luis, que al final no tuvo más remedio que amoldarse a la cuestión.

Las vacaciones de Luis en S'Agaró llegaron. Y Rashid hubiera cumplido su palabra, de no haber sido porqué su periodo vacacional no coincidía con el de Luis, además de no disponer de vehículo. Sin embargo, sin total impunidad, logró averiguar el nombre del hotel de Luis y no se abstuvo de preguntar precios de las habitaciones.
(1). La letra de la frase es: Tengo fuego en la mirada.... refiriéndose con "la castaña" al miembro masculino.