domingo, 19 de octubre de 2008

LA MAGIA Y LAS VIRTUDES DE LAS PLANTAS

Pues sí, mis queridos colegas de blog; después de quejarme como una posesa de mi falta de tiempo, debido a mis múltiples actividades, con y sin “burbujas”, pues de nuevo le he cogido el tranquillo a esto de escribir, en horas nocturnas, of course Cronos me da permiso para eso, para satisfacción del alma, y del lector acostumbrado a visitar Cuadernos, y hoy, me apetece hablar de plantitas; no de las que tengo yo en mi patio o mi terraza, que en su mayoría son decorativas, sino de las que tradicionalmente, tienen o bien un poder curativo – la farmacopea se sustenta en ellas para la creación de medicamentos – o bien en un cierto encanto y hechizo.

Hablaré de algunas, y otras, tal vez queden en reserva para otra ocasión, como los supersticiones. No las olvido. Pero ese Cajón de Sastre anda muy revuelto últimamente, y como siempre, me falta tiempo para poner orden.


La historia de las plantas es tan antigua como la de la humanidad. Todas las civilizaciones, además de cultivar algunas plantas para la alimentación, han buscado en otra preferentemente virtudes terapéuticas, a pesar que el arte de curar con plantas o hierbas, se había asociado antiguamente a la superstición y a la magia.

En el siglo I antes de Cristo, ya se escribieron grandes obras sobre las propiedades curativas de las plantas. Pero fue con los monjes de la Edad Media - lo agradecida que debería estar Europa por haber tenido en la Iglesia Católica la base para la conservación de tantos conocimientos – que con sus estudios de griego y latín, fueron los depositarios del saber antiguo; muchos monasterios se enorgullecían de mantener jardines aromáticos, donde se cultivaban plantas para el tratamiento de enfermedades. Por ejemplo, la VALERIANA.

En la Edad Media consideraban a esta planta como una panacea, es decir, como un remedio contra todos los males; un “cura lo todo”. Como a muchas otras hierbas, se le atribuía un cierto poder mágico, capaz de alejar los malos espíritus. Por esta razón, los agricultores colgaban ramos de esta planta en sus establos. También se utilizaba para bajar la fiebre, antes de que se descubriera la quinina. En México, los indígenas la tomaban porqué les ayudaba a soportar fatigas y privaciones. En la actualidad, es uno de los mejores sedantes para desequilibrios nerviosos, ansiedades, depresiones, etc.

Sus raíces y riciomas tienen un aroma nauseabundo, que no obstante, atraía en particular a los gatos; a los mininos les encanta frotarse con esta planta, con lo cual también es conocida como “hierba de gatos”.

Otra planta con importantes propiedades es el ROMERO, de la cual, tengo un par de hermosas macetas en casa, que cuando florecen, resultan sumamente encantadoras.

El Romero o “Rocío del mar”, significado de su nombre botánico, tuvo una gran aceptación entre griegos y romanos, tanto por sus usos en gastronomía, como en cosmética, perfumería y medicina. La planta era considerada sagrada y mágica, y los antiguos ofrecían sus ramas a las divinidades. Cuando fue introducida en Europa, no faltó en ningún jardín medieval. Se creía que alejaba a los demonios y que daba alegría, felicidad y eterna juventud.

El Romero es frecuente en regiones mediterráneas, y sus flores color azul pálido son visitadas por las abejas, que con su néctar elaboran una deliciosa miel. Es un excelente antiespasmódico y estimulante. Eleva la moral de los deprimidos y fortalece las memorias débiles. La infusión de sus hojas, aligera los estados gripales, catarros, asma, dolores de estómago, etc. También es un poderoso diurético, combate la celulitis y regula la menstruación. Y aun hay más: combate la impotencia masculina y la frigidez femenina. O sea, Ladies & Gentlemen: un auténtico portento de planta. Aunque en este último aspecto, hay una planta mucho más conocida y de moda.: el GINGSENG.

Su nombre proviene del chino (jin-chen) y significa: hombre-raíz. Según la leyenda, la planta había estado cultivada por dioses, y fue enviada a la Tierra por el Todo poderoso Espíritu de la Montaña, a través de un niño milagroso, bajo la forma de raíz para ayudar a los mortales.
Desde hace millones de años, esta raíz tiene gran prestigio en los pueblos asiáticos, y hasta la fecha de hoy, ha estado considerada también como una panacea que otorga una vida larga, sana y feliz.

Las primeras noticias sobre esta raíz se las debemos a Marco Polo, y tres siglos más tarde, mercaderes holandeses la importaron para Europa. Su raíz, como la de la mandrágora, posee formas curiosas que recuerdan la figura humana.
Y para terminar el artículo de hoy, hablemos de una planta de hermoso nombre pero llena de misterio: la BELLADONA.

Esta planta es extremadamente venenosa, y recibe el nombre de Átropos, que en la mitología griega, era una de las Moiras o divinidades del destino, la más terrible de ellas, ya que cortaba con el hilo de la vida. Sin embargo, el nombre de “belladona”, se refiere a las hermosas mujeres italianas, que utilizaban el zumo de sus vainas para aumentar el brillo de sus ojos.
Los Borgia, aquella familia de nobles italianos que del asesino hizo un auténtico arte, escondían el veneno, la antropina, en anillos y jarras de vino, y durante los banquetes, no tenían rubor alguno en volcarla en las bebidas de indeseables huéspedes (para ellos, naturalmente) .

En la Edad Media, también sirvió para preparar filtros afrodisíacos y venenosos.
Florece en zonas montañosas, y en lugares húmedos y escondidos. Sus flores campanuceas, tal como se puede ver en la imagen, desarrollan bayas negras y brillantes, que pueden alcanzar el tamaño de una cereza. Su toxicidad es absoluta. Diez o quince bayas representan la dosis mortal .
A pesar de todo, la belladona se utiliza en medicina, especialmente en el campo de la oftalmología para la dilatación de las pupilas y en homeopatía, se utiliza la antropina por sus propiedades calmantes para la tos.

El mundo de las plantas es muy extenso, y con leyendas sumamente interesantes. Así que pararemos por el herbolario en otra ocasión.