martes, 25 de agosto de 2009

EL LUCKY-3- REVOLOTEANDO POR EL HABITAT


En cualquier profesión, la experiencia es un grado. En el oficio de camarero, el ser veterano casi podría compararse a la obtención de galones militares.

Eddy, al que cariñosamente todos llamamos “papi”, es genéticamente camarero, aunque también trabajó de peón de albañil, fontanero, picapedrero, recolector de fruta, etc. No obstante, el ser camarero lo lleva en la sangre, a pesar del resto de oficios. Sirviendo mesas des de los ocho años, cuando vino a nuestros lares procedente de un pequeño pueblo de Granada, y en la actualidad pasados los sesenta, ha vivido los avatares de su oficio con toda intensidad. Simpático y encantador, señor donde los haya, educado y sensible, es ante todo juerguista y vividor.

Ha trabajado en los mejores restaurantes de Cataluña, guardando especial recuerdo del Cap Sa Sal, situado en Bagur (Costa Brava).

- El mejor restaurante de todos. Allí conocí a Kirk Douglas, a Charlton Heston, Rock Hudson, Silvia Coscina... Había que conservar muy bien las formas. Vestido siempre de etiqueta, con smoking blanco en verano, llevando incluso guantes. No sabes la sensación que daba las gotas de sudor recorriéndote la espalda

Y si Nando sirvió a Jordi Pujol, Eddy sirvió al mismísimo rey Juan Carlos I en una de esas cenas de gala celebradas en el palacete Albeniz, en una visita oficial de los monarcas a Barcelona, o a Josep Tarradellas, el primer presidente de la Generalitat catalana, de quien por cierto, guarda muy mal recuerdo.
- Demostró mucho desprecio hacia su personal. En una comida, los mandó a un rincón, para que no estuvieran en medio de los otros comensales.
Por supuesto, siendo un consumado cantamañanas, el alcohol ha hecho mella en él, y aunque en tiempos pasados aguantaba noches eternas bajo los efectos etílicos, en la actualidad verle “pasado de rosca” constituye una visión patética y a la vez estremecedora de como la soledad se adueña de su vida.

Eddy no tiene nada, pero su corazón es enorme. Don Juan empedernido, sus conquistas se cuentan a cientos. Casado y separado, ya abuelo, ha ganado dinero a mansalva y ha despilfarrado a manos llenas. Vive re-alquilado en una habitación en casa de su hermano pero según él:

- La vida me está devolviendo todo lo que yo le he dado.
Eddy es uno de los camareros de la ciudad que más años lleva en el oficio. Y se siente muy orgulloso de ello. Realmente tiene dominada la profesión, pues sabe vender perfectamente los platos de pescado o marisco de más calidad cuando conviene, y a al cliente que conviene. Siempre servicial, lo hemos echado mucho de menos este último mes. Tuvo una infección urinaria que lo dejó absolutamente KO, pero hay que reconocer que el reposo forzado ha sido muy aleccionador, de cara a sus demasiado frecuentes dosis de alcohol.

Nunca ha dudado en ayudar a los demás, y todos le apreciamos enormemente. Sin embargo no ocurre lo mismo con Emy.

Llegó a des de Santo Domingo a España con su familia hace unos diez años y es la persona que lleva más tiempo en la plantilla. Su carácter es distante, y un rictus de amargura se entrevé en sus facciones. Sabe como escaquearse en los momentos más álgidos del servicio, y suele darle a la copa, si algún comensal ha dejado una botella medio llena.

Su iniciativa es escasa, y su compañerismo nulo. Ha tenido altibajos con todos los empleados activos y pretéritos. No obstante, está altamente considerada por Toni, lo que saca de quicio a Vicky que no comprende la actitud de su marido.

Los encantos de Emy son escasos, y saca partido de su cuerpo a base de mini-faldas y camisas o jerseis escotados, sin tener inconveniente en llevar a veces pantalones ajustados, lo que permite ver en primera fila su ropa interior, incluso con el uniforme de servicio.

Ningún empleado habla bien de ella y todos estamos deseando que se vaya cuanto antes, lo que va a ocurrir dentro de pocos días, al nombrarla el jefe encargada de su nuevo restaurante.

- El lunes cuando ya no esté, vamos a abrir una botella de cava – me comentó Vicky hace unos días.

- Pero que sea del bueno, muy bueno – dije yo – pues el acontecimiento vale la pena.
- Ya lo creo que será bueno – respondió Vicky.

Las dos mujeres se quieren... a matar como se puede comprobar. Es una situación de visceralidad absoluta, y que Toni no ha tenido nunca la menor intención de liquidar, puesto que ello le permite mantener un “extraño pique” con su mujer.

Los inicios de esta situación se remontan al año pasado. Al poco de entrar yo, Vicky....
P.S. Ei, coleguillas de blog, que no me he olvidado de vosotros, pero con estos calores, la musas andaban de vacaciones. Pronto más...