domingo, 13 de julio de 2008

TEATRO, TODO ES PURO TEATRO

Si bien los últimos acontecimientos familiares, me han mantenido un tanto al margen de la realidad política y social del país, durante estos días, he podido ponerme al corriente de la actualidad, llegando a la conclusión de si vale la pena o no estar al día de los hechos, puesto que cada vez pongo más en entredicho que lo que vemos, oímos o percibimos a través de los medios de comunicación, sea en verdad lo que se nos quiere mostrar.

Lo más destacado – porque no queda otro remedio – han sido los congresos del PP y del PSOE. En apariencia, todo son voluntades de renovación, y preocupación los problemas de la sociedad. En apariencia los partidos se preocupan por el bienestar del ciudadano y desde sus distintas visiones, proporcionan sus soluciones.

Pero si profundizamos más allá de la imagen de espectáculo y de adoración de ídolos paganos que ofrece la política, podemos observar con absoluto desencanto, que sólo existe la finalidad de mantener o llegar al poder. Los principios, las creencias, las ideas se dejan a un lado, de la mano de personas mediocres, con estudios universitarios, sin duda, pero sin una experiencia real en la calle, en el trabajo en una empresa, en el día a día. Muchos de los nuevos cargos de los dos partidos mayoritarios, proceden de la administración pública; es decir, del funcionariado, de la propia estructura del estado, por lo que desconocen lo que es luchar por mantener una empresa, por pagar los impuestos, o los puestos de trabajo, o por quedarse sin empleo.

En el PP, la renovación parte de la aniquilación de la coherencia de ideas. Independientemente que se esté de acuerdo con la forma de actuar o con las decisiones tomadas, lo que es absolutamente imperdonable es que después de haber hecho el trabajo duro, y a veces sucio, gentes como Zaplana, Acebes, o Maria San Gil, sean contemplados como una vieja guardia obsoleta y sustituidos por personajillos arribistas, que han sabido maniobrar con mucha astucia para alcanzar las cotas de poder necesarias.

En muchas ocasiones, no he estado de acuerdo con actuaciones o declaraciones de Acebes y Zaplana, pero lo que sí les valoro, al igual que a J.M. Aznar es su coherencia, su creencia en sus ideas, y el bagaje de haber permanecido ocho años en un gobierno. Si pongo el ejemplo del PP, es por ser el más cercano en las informaciones.

Pero ¿Quién me dice que su sometimiento a las decisiones del partido no haya sido teatro, puro teatro? ¿Quién me dice que la crítica de J.M. Aznar en el congreso de su partido no sea para hacer de “malo” y hacer quedar bien a Mariano Rajoy, a quien considero un buen político pero un pésimo gestor de partido?

El caso del PSOE, simplemente es más de lo mismo; más cretinos para seguir gobernando. Cretinos procedentes en muchos casos, de la estructura del estado, por lo que el ambiente es de una progresía pija, que se cree por encima del bien y del mal, y poseedora de la potestad de las urnas para gobernar.

A mi entender, que es poco, el panorama político actual es una nebulosa, una obnibulación de la realidad de que no hay confianza en los partidos, pues éstos no representan a la sociedad, ni la sociedad se ve reflejada en ellos, pero son la única herramienta de la actual democracia para conseguir el funcionamiento de las instituciones.

Vivimos en una partitocrácia, donde el individuo es sepultado constantemente. El PP que defendía la libertad y el derecho de la persona, está renunciado a estos principios básicos del liberalismo, en aras de que “hay que adaptarse a los cambios que se producen”.

Renovar, es necesario e imprescindible en cualquier ciclo de la vida, pero no a costa de renunciar a los principios, a valores éticos y morales, a despreciar la experiencia en aras de alcanzar el poder.

La política se ha convertido en una constante representación teatral, descarada y sin tapujos, a la que la ciudadanía está sometida, como si de una extraña forma de control se tratase.

Anthony Burgess, autor de La naranja mecánica – llevada al cine por Stanley Kubrik en 1972- en su libro El poder de las tinieblas, (1984), fue todo un profeta de lo que es nuestra sociedad del 2008. “Vivimos actualmente sin control alguno. La iglesia no controla a sus fieles, los padres no controlan a los hijos. Las leyes no controlan a los ciudadanos” Para Burgess, la culpa de esta situación reside en la permisividad que caracteriza a la sociedad moderna. “Autorizamos las drogas, la libertad sexual, permitimos a los ladrones que roben y a los asesinos que maten. El resultado es el caos en el que nos estamos hundiendo”.

Su visión sobre la juventud, tampoco tiene desperdicio “Los jóvenes disponen de demasiado dinero y son mucho más precoces que los de generaciones anteriores. Pero faltos de vitalidad y de afanes creadores, malgastan todas sus energías provocando toda clase de inútiles violencias”

Lo que no tuvo en cuenta el escritor fue la corrupción de la política, y el afán de poder de una clase dirigente con alto desarrollo de mediocridad, pero con una gran capacidad para la representación teatral.