martes, 11 de marzo de 2008

LIBERTAD SIN IRA

El paso por la vida proporciona experiencias de muy diversa índole, que nos permiten experimentar en nuestro fuero interno, en lo más profundo de nosotros mismos, sentimientos y contradicciones, de los cuales no dejamos de sorprendernos, pero que configuran nuestro desarrollo humano, o la involución como tal.

La justicia cósmica, o la ley de Dios para los creyentes, siempre se materializa de formas absolutamente impensables dejándonos perplejos, a pesar de sufrimientos y penalidades.

Yo lo he podido comprobar con mi madre, con la que, des de qué falleció mi padre, - quien en los últimos años adoptó una actitud de pesimismo y negatividad ante la vida, cambiando su carácter alegre, enérgico y algo sarcástico por un talante huraño y amargado - he mantenido una convivencia difícil, llena de incomprensión, de dominio, de un sentido excesivamente posesivo del hecho maternal. He pasado siete años de falta de respeto, de humillaciones, de absurdos, de reproches constantes a mi forma de actuar, de maximizar cualquier hecho que se hiciese mal, de amenazas... intentando por todos los medios hacerla ver cuan equivocada era su actitud hacia mi. Sin embargo, su absolutismo prevaleció hasta que simplemente hace unos meses, impuse “la ley marcial”, le manifesté algo que sentía, y que aun siento por ella: había dejado de quererla, la había aborrecido.

Evidentemente, se desencadenó el drama. No me creía, no podía ser que su hija no la quisiese, y que simplemente sentía por ella un afecto por el amor de antaño, y que ante su mala salud, cuidaba de ella como una enfermera, en actitud de caridad cristiana.

Evidentemente, le dije que aunque el amor filial no existía por mi parte, jamás la abandonaría, y que continuaría con mis quehaceres hacia ella.

Para mi fue una “liberación”, puesto que también manifesté que los roles habían cambiado y que era ella la que me necesitaba – hace años me espetó con toda la furia de que fue capaz de que yo no le era necesaria – y que el orden lo imponía yo.

Bien, en la actualidad, mi madre está ingresada en una residencia para ancianos, por problemas de osteoporosis, no sin antes haber pasado por el hospital, con todo el trajín que conlleva. También padece del corazón, y debido a un intenso ataque de dolor en las piernas, como consecuencia de una lumbalgia aguda, que motivó una aceleración de su arritmia cardíaca, posiblemente haya sufrido un infarto cerebral que apenas le permite hablar, y cuando lo hace mezcla el pasado con el presente.

Reconozco que el origen de todos sus males fue mi “golpe de estado”, del cual en absoluto me siento culpable. Las dictaduras caen, y la libertad en muchas ocasiones se consigue con dolor.

Personalmente, mi vida ha dado un giro brutal, el cual asumo con todas sus consecuencias. ¡¡¡LIBERTAD SIN IRA!!!. En mi casa hay silencio y paz, y en estos momentos estoy poniendo orden, tirando sin contemplaciones un montón de trastos y elementos no viejos, sino inútiles, de desagradable recuerdo.

¡¡¡No sabéis, queridos colegas de blog, lo liberador que resulta tirar al suelo vasos, platos, objetos de mal gusto increíble y algunos absolutamente inservibles, y ver como se hacen añicos, como se rompe con las ataduras!!!

Bueno, no todo es liberador, también hay nuevas ataduras; debido al escaso importe de su pensión, des del pasado febrero he pasado a ser una “feliz hipotecaria”, para compensar la mensualidad de la residencia… privada, puesto que en las públicas no hay plazas de inmediato.

Bien, he querido contaros mi realidad actual porqué es la razón de que no escriba con la frecuencia de antes ni que os visite como debiera. Parte del tiempo lo dedico al orden – no soporto el desorden – y poco a poco, la casa tiene un aire más acogedor, más nítido, donde intento resaltar la belleza de algunos objetos, tristemente olvidados o arrinconados a favor de chucherias de mal gusto. Es incomprensible como una mujer que a pesar de su origen humilde tenía cierto refinamiento, se volvió tan decadente.

Espero con el tiempo encontrar la estabilidad y la paz necesarias para volver a mis tareas intelectuales – aunque procuro estar informada y al día de los acontecimientos – y por descontado, con disponibilidad nocturna de tiempo para la lectura de revistas atrasadas, que han quedado se han ido amontonando.

Ruego aceptéis mis disculpas, blogueros “feten”, por mi falta de atención hacia vosotros. En algunas ocasiones, aprovechaba “intermedios” en la oficina, pero claro, debido a todo el jaleo, pues también se me acumuló el trabajo, y ¡¡como cuesta ponerse al día!!

Bien, otro día comentaré aspectos de la actualidad, y por supuesto, no me olvido de las frases y anécdotas, u otras historias e incluso cuentos de hadas, como ese maravilloso viaje al país de la fantasía.

Gracias por la vuestra visita, y por supuesto, comentad lo que queráis. Las puertas de Cuadernos siempre estarán abiertas. Espero que mi ejemplo sirva para personas en mi situación. Todo tiene un principio y un fin, pero jamás, jamás, jamás debemos encerrarnos en una torre de marfil, ni en la soledad ni en el egoísmo.

Hemos de saber compartir, dar, entregar, comprender las debilidades y los sufrimientos. Nunca debemos caer en el rencor o en el odio, porqué la vida o las personas nos hayan maltratado. Hemos de entender que el sufrimiento ha de fortalecernos, nunca hundirnos porqué entonces, nuestras almas se oscurecen y la Luz de nuestro espíritu es vencida por las tinieblas, cayendo nuestra vida en el olvido de los demás, como es el caso de mi madre, a la cual he perdonado de todo corazón todo cuanto dijo e hizo, y por la que solo puedo sentir compasión y cierta ternura.