sábado, 9 de mayo de 2009

CUESTIÓN DE ESTADO

A falta de mi ordenador portátil, al cual se la ha fundido una lámpara de la pantalla, lo que le ha obligado a una forzada cura-SPA de reparación allende las fronteras del Principat, como dirían lo nacionalistas, de nuevo unas líneas de análisis - ya vendrán tiempos mejores para explicar curiosidades – pues la realidad se impone y los acontecimientos se suceden.

España vive una crisis económica. El gobernador del Banco de España anunció que si no se toman medidas, los del “baby-boom” entre los que me encuentro, y sucesivas generaciones, no cobraremos un duro de pensión (tal vez deberíamos preguntarles a los bancos que responsabilidad pueden tener en el tema, pues han sido los reyes de las pre-jubilaciones), el paro aumenta espectacularmente, los ayuntamientos deben modificar sus presupuestos para atender necesidades sociales, y para acabar de rematar la situación, estamos en alerta por gripe porcina.

Pero por los lares catalanes, desde hace una semana, todo esto no tiene importancia, especialmente para los seguidores del F.C. Barcelona; el Barça ganó al Real Madrid por 6 goles a 2 (no entiendo como el segundo equipo de la liga permite una goleada de este tipo, como si fuera uno de primera regional), y la histeria colectiva de las masas se desata por doquier para celebrar la victoria azulgrana.

Y el miércoles, en honor a Mercurio, el equipo volvió a infundir a la plebe, otra dosis de histeria colectiva, clasificándose para la Champions, aunque a mi me gusta más lo de la Copa de Europa.

No me sorprendió la victoria, aunque fuera en tiempo de descuento, y con un arbitraje discutido por parte del Chelsea. El Barça, más que un club es una empresa, que cotiza en Wall Street, y por lo tanto para la FIFA, como para el club, los pingües beneficios que reportará la retransmisión de un Barça – Manchester, no tendrían punto de comparación con los que hubieran reportado un Manchester-Chelsea. Por lo tanto, la victoria del equipo azulgrana, podría considerarse más que cantada.

Joan Laporta, su presidente, nacionalista recalcitrante, con ánimos de que se le recuerde en la historia del club al igual que J.L. Nuñez o Agustí Montalt, es ante todo negociante, y en aras de establecer unas dignas cuotas de poder, no de codearse con el poder, sino en realidad ser un poder fáctico más, estará más que encantado de dejar que la masa mediocre y desorientada exhiba en Roma el “freedoom Catalonia”, como si los catalanes estuviéramos sometidos a la esclavitud de las minas, al igual que tiempos de Mandela y su presido en Sudáfrica durante 25 años.

Y las cámaras de televisión ofrecerán miles de banderas esteladas, que en nada representan a la senyera, y qui sabe sino cantarán Els segadors.

Hay 4.000.000 de parados, pero se dan de bofetones para conseguir una entrada para la final. Los bares estarán llenos y por unas horas, la plebe estará distraída, ebria de fútbol. Y si encima, si hoy gana la liga y próximamente la copa del rey, ya será como estar en la quinta dimensión.

A medida que evolucionamos tecnológicamente, nos degradamos culturalmente, socialmente, y moralmente. Todo está masificado, controlado, estatalizado. No hay liderazgos, no hay ideas, los políticos no saben como salir de la crisis, y la población tan solo es un juguete en manos del mercadeo y de las multinacionales, a los que les importa muy poco la esencia del ser humano.

El pensamiento es único y si hay una voz discordante, o bien será acallada o pronto entrará en el sistema. Pero el fútbol es el opio del pueblo parafraseando a Marx, y hay que entretenerle masivamente, para esclavizarlo individualmente, y someterlo sin compasión a voluntados de bancos, gobiernos, y presión fiscal de cualquier tipo.

Nacemos para morir, pero humanísticamente y espiritualmente, ¿A dónde va a conducirnos todo esto?