El tiempo verbal justifica a la perfección, la nebulosa en la que se encuentra la situación económica actual, a la que hay que aplicar la incertidumbre de decisiones políticas tomadas en base a una experiencia de similitud de circunstancias, pero con acontecimientos de distinta evolución. A ello, añadiríamos la mediocridad intelectual de algunos mandatarios, más dados a la filosofía que a la práctica o conocimiento real de la economía.
Internet proporciona informaciones mucho más precisas y especializadas, pero poco consultadas en comparación con los medios habituales. Requiere un esfuerzo el hecho de conectarse y leer en la red con el fin de estar informado de una realidad más tangible.
A través de los medios de comunicación “mass media” (prensa, radio y televisión), más al alcance de la ciudadanía, se nos informa de cifras de paro, de la cumbre del G-20, de los millones que ha costado la cúpula o “gotelé chapucero” de Miquel Barceló, de los expedientes de regulación de empleo, etc. Pero se oculta las cifras de personas que acuden a centros sociales a pedir ayuda, por desempleo, por falta de dinero para atender a sus familias o por problemas desahucio por parte de los bancos, al no poder hacer frente al pago de hipotecas.
Dentro de la indefinición de futuro a la que estamos sometidos, se producen hechos significativos que están provocando cambios desconcertantes, que nunca se hubieran imaginado. El más sugestivo de todos: la banca pidiendo dinero al Estado, es decir a TODOS LOS ESPAÑOLES (¿Dónde están los nacionalistas e independentistas ahora?) para atender los pagos por los créditos solicitados a bancos extranjeros, para sus operaciones, un 90% inmobiliarias. Plazos que no pueden aplazarse bajo ningún concepto.
Tal como se comentó en una tertulia televisiva: “Lo mismo que Robin Hood pero al revés: robar a los pobres para dárselo a los ricos”.
La implacable realidad en su vertiente económica es: LOS BANCOS NO TIENEN CASH (liquidez) para realizar sus actividades. Podríamos preguntar entonces ¿está en quiebra la banca? Por como se desarrollan los acontecimientos, y por las diferentes caídas bursátiles, algunos bancos y cajas deben rondar la misma, a la cual darán apariencia de fusiones o absorciones, porque los españoles, los que tenemos que prestarles dinero ahora, a través del Estado para pagar sus deudas, tampoco les pagamos, como consecuencia de las revisiones al alza de las hipotecas, más los impagos de préstamos, pólizas o tarjetas de crédito, a particulares empresas y constructoras e inmobiliarias principalmente, como consecuencia de cierres empresariales y desempleo, además de, una inflación galopante y recursos y ahorros escasos. También hay que añadir el hecho de que pequeños y grandes ahorradores, ejerciendo su libertad de propiedad, retiran sus ahorros, creando efectivo para guardarlo bajo el bajo llave, ante la inseguridad bancaria, con lo cual ayudan a generar todavía con más ímpetu esa falta de liquidez.
Y ¿qué ocurre si no se paga la hipoteca? Pues si no se pagan unos cuantos recibos, no pasa nada, siempre que el banco esté dispuesto a negociar. Sino negocia, el desahucio sin contemplaciones, con lo cual se obliga a ir e alquiler al españolito, ciudadano gris que sólo sirve para votar y consumir, y que a través del Estado, presta dinero al banco para pagar sus deudas y estos precisamente no están baratos, por lo muchos acuden a la Administración, sea a través de los ayuntamientos o entes autonómicos, a pedir subvenciones y ayudas a tal fin. Pero eso no significa que las obtengan.
Y mientras tanto, ¿Qué ocurre con las casas y pisos? En principio, quedan propiedad de la banca, que ante estas situaciones, puede llegar a poseer un parque de viviendas suficientemente amplio, como para ejercer funciones de inmobiliaria vendiendo o alquilando. O sea, no van a existir propietarios o empresas que se dediquen al alquiler; sino que va a ser la banca, lo cual lleva a pensar en el intervencionismo de un poder fáctico, cada vez más duro de la libertad del individuo.
El hecho de tener una casa proporciona a la persona una seguridad y confianza en si mismo, una perspectiva por la que luchar, y un lugar adecuado para la creación de una familia.
Al no poseer nada tangible, se lleva a la persona a la simple subsistencia sin motivos para seguir adelante, para crear una actividad empresarial o de otro tipo. Se llega a estar sujeto, desde la misma fecha del nacimiento, a la voluntad de una macro y monstruosa entidad llamada ESTADO.
Se ha construido en exceso, muchos de los bancos han concedido préstamos e hipotecas, presionados por las direcciones de los mismos, y a la vez incentivados con pagas y primas. Pero también, se han dado préstamos por ineptitud de empleados, de seguro con títulos universitarios, y masters por doquier, que en su vida han luchado por una empresa o incluso causa, y que además han estado mal educados, basando solo la actividad empresarial en el endeudamiento y no en los beneficios.
Todo ello está llevando, de una parte a que los españoles perdamos el miedo a la banca y a no pagar, por otra a que el Estado esté cada vez incidiendo más en nuestra independencia y privacidad, asumiendo funciones que la empresa o entidades privadas podrían ejercer, proporcionando los ingresos pertinentes, y a ejercer la profesión de funcionario, especialmente en el sector ventanillas y oficinas, como máxima seguridad en el empleo, pues aunque tengan reducida la subida salarial, ¿se atreverá algún día la Administración a considerar a los funcionarios, como empleados de una empresa, y poder aplicar el ERE correspondiente? Tal vez no se atreva, pero si la crisis se va agudizando, ¿Quién va a garantizar el cobro de su sueldo, si no hay ingresos procedentes de las empresas?
Estamos subsistiendo en un futuro indefinido en todos los ámbitos; el ejemplo de la petrolera rusa lukoil en adquirir las acciones de Sacyr Vallhermoso y la Caixa, presenta también la posibilidad de ser una maniobra política para una nueva intervención del Estado, con el “supremo fin” de evitar que una compañía energética española, no sea controlada por una firma extranjera, pero cuya realidad sea una libre-empresa menos en el panorama económico español.
Un exceso de inmigración, falta de empuje para la creación de empresas y de empleo, un intervencionismo cada vez más declarado del Estado y de poderes fácticos, la imposibilidad de una vida propia y cómoda y de facilitar un futuro a las nuevas generaciones, los que tengan oportunidad de un empleo, a trabajar a destajo sin apenas posibilidad de tiempo libre, sólo lleva a pensar a una vuelta a la esclavitud y a una sibilina sumisión, algo que Orwell ya predijo en su 1984.
Internet proporciona informaciones mucho más precisas y especializadas, pero poco consultadas en comparación con los medios habituales. Requiere un esfuerzo el hecho de conectarse y leer en la red con el fin de estar informado de una realidad más tangible.
A través de los medios de comunicación “mass media” (prensa, radio y televisión), más al alcance de la ciudadanía, se nos informa de cifras de paro, de la cumbre del G-20, de los millones que ha costado la cúpula o “gotelé chapucero” de Miquel Barceló, de los expedientes de regulación de empleo, etc. Pero se oculta las cifras de personas que acuden a centros sociales a pedir ayuda, por desempleo, por falta de dinero para atender a sus familias o por problemas desahucio por parte de los bancos, al no poder hacer frente al pago de hipotecas.
Dentro de la indefinición de futuro a la que estamos sometidos, se producen hechos significativos que están provocando cambios desconcertantes, que nunca se hubieran imaginado. El más sugestivo de todos: la banca pidiendo dinero al Estado, es decir a TODOS LOS ESPAÑOLES (¿Dónde están los nacionalistas e independentistas ahora?) para atender los pagos por los créditos solicitados a bancos extranjeros, para sus operaciones, un 90% inmobiliarias. Plazos que no pueden aplazarse bajo ningún concepto.
Tal como se comentó en una tertulia televisiva: “Lo mismo que Robin Hood pero al revés: robar a los pobres para dárselo a los ricos”.
La implacable realidad en su vertiente económica es: LOS BANCOS NO TIENEN CASH (liquidez) para realizar sus actividades. Podríamos preguntar entonces ¿está en quiebra la banca? Por como se desarrollan los acontecimientos, y por las diferentes caídas bursátiles, algunos bancos y cajas deben rondar la misma, a la cual darán apariencia de fusiones o absorciones, porque los españoles, los que tenemos que prestarles dinero ahora, a través del Estado para pagar sus deudas, tampoco les pagamos, como consecuencia de las revisiones al alza de las hipotecas, más los impagos de préstamos, pólizas o tarjetas de crédito, a particulares empresas y constructoras e inmobiliarias principalmente, como consecuencia de cierres empresariales y desempleo, además de, una inflación galopante y recursos y ahorros escasos. También hay que añadir el hecho de que pequeños y grandes ahorradores, ejerciendo su libertad de propiedad, retiran sus ahorros, creando efectivo para guardarlo bajo el bajo llave, ante la inseguridad bancaria, con lo cual ayudan a generar todavía con más ímpetu esa falta de liquidez.
Y ¿qué ocurre si no se paga la hipoteca? Pues si no se pagan unos cuantos recibos, no pasa nada, siempre que el banco esté dispuesto a negociar. Sino negocia, el desahucio sin contemplaciones, con lo cual se obliga a ir e alquiler al españolito, ciudadano gris que sólo sirve para votar y consumir, y que a través del Estado, presta dinero al banco para pagar sus deudas y estos precisamente no están baratos, por lo muchos acuden a la Administración, sea a través de los ayuntamientos o entes autonómicos, a pedir subvenciones y ayudas a tal fin. Pero eso no significa que las obtengan.
Y mientras tanto, ¿Qué ocurre con las casas y pisos? En principio, quedan propiedad de la banca, que ante estas situaciones, puede llegar a poseer un parque de viviendas suficientemente amplio, como para ejercer funciones de inmobiliaria vendiendo o alquilando. O sea, no van a existir propietarios o empresas que se dediquen al alquiler; sino que va a ser la banca, lo cual lleva a pensar en el intervencionismo de un poder fáctico, cada vez más duro de la libertad del individuo.
El hecho de tener una casa proporciona a la persona una seguridad y confianza en si mismo, una perspectiva por la que luchar, y un lugar adecuado para la creación de una familia.
Al no poseer nada tangible, se lleva a la persona a la simple subsistencia sin motivos para seguir adelante, para crear una actividad empresarial o de otro tipo. Se llega a estar sujeto, desde la misma fecha del nacimiento, a la voluntad de una macro y monstruosa entidad llamada ESTADO.
Se ha construido en exceso, muchos de los bancos han concedido préstamos e hipotecas, presionados por las direcciones de los mismos, y a la vez incentivados con pagas y primas. Pero también, se han dado préstamos por ineptitud de empleados, de seguro con títulos universitarios, y masters por doquier, que en su vida han luchado por una empresa o incluso causa, y que además han estado mal educados, basando solo la actividad empresarial en el endeudamiento y no en los beneficios.
Todo ello está llevando, de una parte a que los españoles perdamos el miedo a la banca y a no pagar, por otra a que el Estado esté cada vez incidiendo más en nuestra independencia y privacidad, asumiendo funciones que la empresa o entidades privadas podrían ejercer, proporcionando los ingresos pertinentes, y a ejercer la profesión de funcionario, especialmente en el sector ventanillas y oficinas, como máxima seguridad en el empleo, pues aunque tengan reducida la subida salarial, ¿se atreverá algún día la Administración a considerar a los funcionarios, como empleados de una empresa, y poder aplicar el ERE correspondiente? Tal vez no se atreva, pero si la crisis se va agudizando, ¿Quién va a garantizar el cobro de su sueldo, si no hay ingresos procedentes de las empresas?
Estamos subsistiendo en un futuro indefinido en todos los ámbitos; el ejemplo de la petrolera rusa lukoil en adquirir las acciones de Sacyr Vallhermoso y la Caixa, presenta también la posibilidad de ser una maniobra política para una nueva intervención del Estado, con el “supremo fin” de evitar que una compañía energética española, no sea controlada por una firma extranjera, pero cuya realidad sea una libre-empresa menos en el panorama económico español.
Un exceso de inmigración, falta de empuje para la creación de empresas y de empleo, un intervencionismo cada vez más declarado del Estado y de poderes fácticos, la imposibilidad de una vida propia y cómoda y de facilitar un futuro a las nuevas generaciones, los que tengan oportunidad de un empleo, a trabajar a destajo sin apenas posibilidad de tiempo libre, sólo lleva a pensar a una vuelta a la esclavitud y a una sibilina sumisión, algo que Orwell ya predijo en su 1984.