miércoles, 1 de julio de 2009

EL LUCKY-3 (II) – VICKY


Mientras me dirigía caminando – no se conducir y consecuentemente no tengo vehículo - hacia la zona marítima, al otro extremo de la ciudad, mi cabeza bullía incesantemente. La perspectiva de tratar de nuevo con una mujer como superior mío no me era para nada halagüeña. Mis dos anteriores “jefas”, la una dueña de una gestoria administrativa y la otra del Semanario Comarcal, dejaron en mi memoria malas experiencias: la primera, haciendo siempre gala de un despotismo exacerbado proviniente de su marcada incultura y la otra de mejor trato, pero de carácter débil y con acentuado desatino en la toma de decisiones.

Siempre he preferido a los hombres como superiores míos. Las mujeres, en muchas ocasiones, utilizan el poder de forma excesivamente imperativa, y más con otras mujeres. Los hombres suelen tener más asumido cualquier rol de cargo directivo o de dueño de un negocio. Toni me lo acababa de confirmar. Hombre de trato correcto, campechano y abierto, de complexión fuerte, “alto, guapo calvo y con gafas” como lo describiría irónicamente, en más de una ocasión Fernando, el encargado del Lucky 3, ofrecía una imagen tranquilizadora, y a la vez, de profundo conocedor del comportamiento de las gentes. Tuve la sensación de que cuando yo fui él iba y venía.

Y llegué por fin a la zona marítima. Mientras buscaba el restaurante observaba el entorno con avidez. Con más de diez años de actividad, era la primera ocasión que visitaba esa zona. No tiene un encanto especial y su estructura es la adecuada para las actividades ludico-deportivas a que estaba destinada. A nivel arquitectónico, nada que destacar, pero si transmite una imagen un tanto bucólica el hecho de contemplar las distintas embarcaciones.

Encontré el Lucky 3 y al entrar vi por primera vez a Vicky, al lado de la caja registradora. Me estaba esperando.

- Buenos días, soy Marta, acabo de hablar con su marido.
- Sí, me ha llamado hace un momento y me ha dicho que bajarías. Ven, vamos a donde tengo los papeles.
Vicky es una mujer de apariencia distante, alta, delgada, con muy bien tipo para su edad, la misma que yo – ¡quien lo tuviera después de haber tenido 2 hijos! – pelo largo, media melena, morena, sin teñir y con un gran dinamismo, fuerza y energía. Viste a la moda y sabe llevarla.

Entramos en un el cuarto o rincón dedicado a oficina, donde entre papeles por todas partes, mesa, sillas y armario de oficina, se encontraba un botellero y una nevera, donde convivían magníficas botellas en cuyo interior se encontraban, y permanecen aún, magníficos caldos. Me gustó la idea de tener en las paredes, tan fascinante y exquisita decoración.

Mientras comentábamos la forma en que llevaban los pagos y las cuentas – generaban mucho efectivo y las facturas de los proveedores se cancelaban de esta forma – su aparente frialdad se convirtió en una gran cordialidad y amabilidad, aunque no dejé de captar su alto nivel de exigencia para con los demás y también consigomisma. Congeniamos inmediatamente, puesto que en ningún caso yo pretendía imponer nada, sino respetar su forma y costumbres. Yo era la recién llegada.

- Con la hoja de caja diaria adjuntamos los pagos que vamos haciendo y así se lo entregamos al gestor, pero claro nos dejamos muchas cosas. -me comentó.

- Yo creo que como podremos pasar la contabilidad al ordenador, no será necesario entregarle las facturas, sino los datos contables – dije – Pero no me importa mantener vuestra forma de llevar las cuentas.

- No, me parece bien tu propuesta, porque es así como se hace.

Tenía un ordenador portátil, pero me comentó que había hablado con el informático para que proporcionara un ordenador nuevo, que también se utilizaría para centralizar las cajas de los otros restaurantes, el Lucky 2 y el 4.

Y así empecé mis primeras tres horas de trabajo en el Lucky 3. Un tanto desconcertada, pero con deseos de trabajar y de aprovechar al máximo el golpe de suerte con que la vida acababa de obsequiarme.

6 comentarios:

Mertxe dijo...

Bien... Bien... Me gustaría disponer de algo de tiempo para tomarme un cafecito en la barra del Lucky-3 y, de paso, decir hola. Pero no puedo, estoy encerradita en casa y sólo me desplazo (¡a gran velocidad!) por las calles de Mataró para comprar lo necesario. Un día de estos me llaman para pasar la ITV...

Marta, sigue, maca, sigue...

Marta Teixidó dijo...

Hola Mertxe,

No hay barra en el Lucky-3 propiamente dicha, pero si se puede tomar un cafelito en la terraza. Cuando quieras me lo dices. Estás invitada.

¿De veras te gusta el relato?

Besotes y gracias por seguir el relato.

Anónimo dijo...

De acuerdo contigo Martica, yo prefiero trabajar con hombres, siempre estoy mejor al lado de ellos. De hecho mis jefes siempre han sido hombre. Pero ahora que soy asesora juridica de una compañía de bolsa, me he dado cuenta lo desastroso que es trabajar con mujeres. La envidia, celos, odio, etc., no, definitivamente no.

Saludes.


LUZ MARINA LDA.

Rubentxo dijo...

Hola, Marta.
Qué alegría ver que retomas "Cuadernos" con más fuerza que nunca. Leí las dos primeras entregas del Lucky-3 y me encantaron. Será genial seguir la historia así, poco a poco.
Un beso.

Mertxe dijo...

Sabes que sí, sabes que lo que vienes haciendo me tiene aquí, clavadita y no precisaente desde ayer.

Semper fidelis, Martita meva.

Marta Teixidó dijo...

Hola Luz Marina,

Gracias por tu visita, y veo que coíncidimos en cuanto a nuestras preferencias para con los jefes. Si, una mujer jefe se transforma en cuanto utiliza el poder. Hay que tener una muy buena base cultural para saber estar a la altura.

Besotes y hasta la próxima.


RUBENTXOOOOOOOO, hermoso mío no sabes cuanto agradezco tus palabras, y mas proveniendo de tan excelente y admirado escritor.

No llego a tu altura, lo se. Tampoco lo pretendo, aunque si mejorar en cada capítulo. Lo que pretendo es transmitir unas experiencias tremendamente humanas y que apenas percibimos. Espero conseguir mi objetivo.

Besos mediterráneos con pastel de chocolate incluido.

HOLA MERTXE,

Encantada por tu apoyo y viniendo de una ex-profesora, mejor que mejor. A ver que sale de todo esto.

Besos y hasta la próxima.