sábado, 24 de abril de 2010

EL IMPERIO DE EMY O LAS DONCELLAS DEL LUCKY 3 (VIII)


La marcha de Vicky hizo mella en algunos de nosotros, aunque como ya dije, manteníamos un contacto a distancia con ella.

A Vicky le costó asimilar la situación. Era tan incompresible que la iba exponiendo a diestro y siniestro y en poca semanas, muchas de sus amistades estuvieron al corriente del por qué de su marcha, lo cual afectó un tanto al restaurante, pues Toni se me quejó que esas exposiciones perjudicaban al Lucky 3.

- Es lógico, Toni. Está resentida. La situación es un tanto increíble, pues que haya prevalecido una empleada por encima de la esposa de jefe no es habitual – le respondí.
- Es que yo con lo de la Emy llegué al límite. No es la primera vez que me pone al personal a parir y siempre era yo quien cedía, cuando en algunos casos sabía que no tenía razón. Pero cuando coge manía a alguien... Esta vez no he querido que sea así y me he puesto firme – argumentó Toni.

- Una empresa, un negocio es un estado y hay que tomar decisiones de estado, no de partido. Tu en este caso, has tomado una decisión de partido y estas son las consecuencias. Además, habías tenido quejas de Emy por parte del resto del personal.

Toni insistió en que esta vez se había acabado las manías de Vicky. Que Emy cumplía con su trabajo y que en esta ocasión su opinión era la que valía. Y ante tal extremo de tozudez, ¿quién ejercía de oposición?

Se dejó notar la disciplina de Vicky, y tal vez, su excesiva rigidez en cuanto a la limpieza general del restaurante. Por supuesto, el local siempre estaba en condiciones, pero hay que reconocer que el dominio de Emy no era precisamente en imitar a la esposa de Toni. Y por supuesto, el resto de camareras, Gaby y Yolanda obedecían fielmente a la indisciplina de la falta estricta de pulcritud.

Si en el siglo XVI, nombres de conquistadores tan ilustres como Hernán Cortés, Juan Sebastián Elcano, Francisco Pizarro, etc., fueron a la colonización de algunos de los países que forman la actual Sudamérica, en los albores del siglo XXI, es el sur del continente americano quien nos conquista a los españoles, verbigracia de la inmigración por motivos económicos.

Así que tres camareras, tres, como las hijas de Helena, procedentes de Santo Domingo, Bolivia y Cuba, se ocupaban de servir a la clientela del restaurante, que por una ración de lubina a la Donosti pagaba 30,00 €, por una mariscada 42,00 € por persona, o por un solomillo al foie, 21,40 €, y que ante la incipiente crisis empezó a declinar estrepitosamente los días de diario, siendo los festivos más abundante – los clásicos domingueros – y consecuentemente de calidad más reducida. Es decir paellas y fideuas a 11,25, mínimo dos personas, con ensalada de primero o un picoteo de chipirones, calamares o mejillones al vapor.

Nando, el encargado, seguía al pie del cañón y a pesar de su intento por controlar el imperio de Emy, este contraatacaba obedeciendo a regañadientes, y creando conflictos internacionales en medio del encuadre de la bodega, que Nando y yo intentábamos actualizar verificando las compras y las salidas a través de sistema informático. En realidad, jamás conseguimos llegar a la exactitud real del contenido de botellas de vino del local, pues Toni o bien cogía algunas para su uso personal, o bien para distribuirlas al resto de Luckys, el 2 y el 4. A ser dueño y señor, - característica ésta muy arraigada en su personalidad - por una vez que informaba de la salida de preciados líquidos etílicos, la mayoría de las veces, se olvidaba.

Las divergencias entre las distintas fronteras se produjeron entre las naciones de Bolivia y Cuba. Gaby y Yolanda respectivamente, nunca llegaron a firmar un tratado de amistad y buena convivencia, debido principalmente a sus caracteres, siendo el de Yolanda extraño en extremo, pues eran habituales sus protestas por la comida del personal, y en su desesperación por encontrar un novio (o alguien que le proporcionara seguridad), no tuvo inconveniente mantener relaciones íntimas con un cocinero de un restaurante vecino, o en proponer a nuestro pinche, de forma jocosa pero insinuante, el mantener contactos sexuales, cosa que ruborizó en extremo a Javito.

Yolanda era de sangre ardiente y necesitaba el sexo como el agua de mayo, así que durante las comidas del personal, puso de manifiesto sus deseos, a lo cual respondió Rashid:
- Oye si quieres por mi no hay inconveniente. Yo por un compañero me ofrezco para lo que sea. Nos encontramos ya está.

- Yo no puedo llevar a nadie a mi barco. Que pensarían los demás amarres!!
- Eh, que yo no he dicho el sitio. Además, por ir a visitar a una compañera, no quiere decir que te tengas que acostar allí. Podría ir a que me enseñaras el barco.
-No me convence la idea – dijo Yolanda -
-Pues si no te convence, tendrás que usar un consolador. Ya ves que no hay nadie más disponible que yo – respondió jocosamente Rashid.

Yolanda se fue de la mesa. Y Rashid no pudo evitar decir:
– No se que se cree, esta Trufa. Le ofreces tus servicios sin cobrar y se niega -jajajaja-

Todo quedó en una conversación “en broma”, pero la negativa de Yolanda tenía varias connotaciones, entre ellas que Rashid estaba casado y en segundo lugar el escaso atractivo de su piel color azabache hacia el tono más cobrizo de los hombres procedentes del Magreb. Ya se sabe, entre gustos...

Personalidades procedentes de distintos grados del trópico que se enfrentaron a cientos de kilómetros de distancia por cuestiones que jamás logré aclarar aunque según mis escasas investigaciones, sus combates de boxeo – pues algún que otro encontronazo físico hubo, no muy grave – venían motivadas por el servicio, ya que parece ser que una usurpaba funciones de la otra.

Los meses seguían transcurriendo, y poco a poco la clientela iba cambiado. Las noches de los viernes y sábados empezaron a ser demasiado largas y los comensales escasos. Ya nadie se acordaba del verano, de los extras que se llegaron a contratar, y de la cantidad de platos que se servían.

No obstante, y a pesar de ciertas embestidas verbales, el ambiente entre la plantilla era bueno, al menos por mi parte, aunque el Imperio de Emy y sus tres doncellas procuraban mantenerse en otra onda...

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