sábado, 17 de abril de 2010

EL LUCKY-3- DUELO DE TITANES (VII)

Queridos colegas de blog,
De nuevo retomo la novela, abandonada durante demasiado tiempo. Espero que este nuevo capítulo os guste, y espero también poder continuar de forma más regular con la misma.
Pido disculpas por tanta tardanza, siempre como cosecuencia de las implacables decisiones de Cronos. Gracias por leerme, los que me seguís y hasta la próxima.
A los pocos días de entrar en el Lucky 3, Vicky me puso al corriente de la desconfianza que Emy le suscitaba. Sospechaba, no sin razón, que la camarera perseguía a su marido para sus propios fines, como era no tan sólo conservar su puesto de trabajo, sino tener mayor autoridad, aunque con las menores responsabilidades posibles.
El mes de julio fue tenso entre dueña y camarera. No hubieron discusiones, pero Vicky es un tanto impulsiva y no soportaba ni comprendía como no tenía el apoyo de su marido. Le resultaba de una incongruencia absoluta que Toni manifestase esa dureza de posición, cuando había pruebas más que suficientes por parte del resto de empleados – quienes apodaban a Emy como "la Cucaracha", debido tanto a su tez como a su rizado pelo, color azabache, que se peinaba en forma de cola.

La cuestión llegó a su punto más álgido cuando el 16 de agosto Toni planteo a su mujer que tal vez era hora para ella de dejar el restaurante, o lo dejaba él.

- A la Emy no la voy a despedir.

La estupefacción reinó en el resto de la plantilla cuando supimos la noticia, pues ¿Cómo puede prevalecer una camarera por encima de la esposa del dueño? Nos parecía estar viviendo un culebrón televisivo, pero ERA VERDAD, no nos lo inventábamos.

Vicky tuvo una importante lucha interna: El lucky 3 era suyo. Des del principio, puso esfuerzo, dedicación, lucha y muchos momentos de desasosiego y angustia. Pero no se rindió y el restaurante poco a poco empezó a dar sus frutos. Inaugurado el año 2005, llegó a su cenit en el 2007. Los ingresos diarios eran importantes, y la fama de buena cocina se extendió hacia una clientela ávida por las apariencias y derrochar en lujuria de la gula. Vicky luchó por su restaurante y consiguió sus propósitos.

Pero por otra parte, amaba a su marido y su matrimonio también significaba mucho para ella. Su familia era importante. Sabía que si permanecía en el restaurante, su matrimonio iba al traste, aunque “la Cuca”, fuera despedida.

Vicky no comprendía la situación pero sabía que tenía que tomar una decisión.

- Mi marido me dice que siempre veo lo malo de las personas y que estoy obsesionada con Emy, y que soy yo la que tengo maldad. ¿Tan mala soy Marta?

- No. Tienes carácter y no te dejas doblegar, luchas por lo que quieres, pero la verdad toda esta situación resulta incomprensible para mi. Creo que debes luchar por el restaurante. Es tu vida en realidad, y debes llevarlo tu.

Pero evidentemente no hizo caso a la razón, y si a sus sentimientos, no sin antes tener una “conversación” con su marido y Emy, en que por supuesto se despachó a gusto a base de insultos y de expresiones bastante vulgares. Era natural, era una explosión de nervios ante una situación del todo injusta, cuando los hechos acaecidos a lo largo del año, la avalaban.

El 31 de agosto de 2008, Vicky dejó de trabajar en el Lucky 3, pactando con su marido un sueldo semanal de 500 €, uso de tarjetas de crédito a su antojo, y poder venir a comer o cenar o simplemente a ver su restaurante siempre que le apeteciera.

La plantilla seguía estupefacta. En el momento de partir, nuestra particular “Cucaracha”, se había tomado sus reglamentarios quince días de vacaciones.

- Por muy mal que vayan las cosas, aunque no se esté de acuerdo, nunca debe prevalecer un empleado ante la mujer del jefe – me dijo en más de una ocasión Rashid, a quien no le hubiera importado que se hubiera marchado el jefe y seguir a Vicky – Es tonta pero se puede trabajar con ella.

Una opinión demasiado machista, sin ningún género de dudas. Pero así era Rashid. Aunque bien es cierto que la vehemencia de Vicky en su carácter y opiniones la hacían a su vez generosa y abierta, ciertas dosis de frialdad y temple también le hubieran sido necesarias.

Vicky abandono físicamente el Lucky 3. Pero nunca dejó de estar al corriente de todo lo que ocurría, incluso en los otros dos restaurantes. Y en ese apartado, también yo jugué mis cartas, pues me dolió enormemente la situación y me solidaricé con ella.

Fueron muchas y largas las conversaciones telefónicas, hasta que al final, acordamos desayunar juntas los sábados por la mañana, antes de ir yo a trabajar, en una cafetería cercana a su casa. Evidentemente, el dolor era punzante y el odio, hacia “la cuca”, cada vez más visceral. Sin embargo, poco a poco empezó a relajarse y a disfrutar de su particular statuts de ama de casa. Y bien es cierto que no se equivocaba ni un ápice en como iba a desarrollar Emy su trabajo, o como no lo iba a desarrollar.

Desde la marcha de Vicky, la plantilla quedó con tres camareras, un encargado, cuatro cocineros, el jefe y yo. El otoño estaba a la vuelta de la esquina y la crisis económica empezaba a hacer estragos...

3 comentarios:

Mertxe dijo...

Buenos días, Marta. He tardado en venir pero, como ya lo debe de saber media comunidad de blogueros, mis problemas técnico-administrativos han sido descomunales. Ya estoy aquí. Acabo de leerte y esperaré la siguiente entrega.

Marta Teixidó dijo...

Hola Mertxe

Jo me he incorporado hace poco a Cuadernos. También voy sin tiempo material. Pero como el tiempo laboral ha disminuido, pues intento combinarme un poco las cosas.De momento, le voy dando a la novela. Y voy a por otro capítulo.

Saludos y paso a visitarte.

Rosa Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.